Dos manifestantes de
la ciudad de Mandalay, en el centro del país, fallecieron este sábado en una
nueva marcha en rechazo al golpe de la junta militar contra la líder Aung San
Suu Kyi y a favor de un Gobierno civil que ponga fin a la violencia y cese el
poder constitucional de estos generales al mando. Países como Singapur y
organizaciones como la ONU han condenado el actuar de la policía, que se
sospecha que estaría usando munición real contra la ciudadanía.
Primero fue Mya
Thwate Thwate Khaing. Hoy, 20 de febrero, dos personas más se han unido a la
joven que murió por un tiro en la cabeza, al perder también la vida durante una
manifestación contra el dominio y la actual represión de los militares
birmanos.
Myanmar está en este
estado desde el 1 de febrero. Desde el día en que un grupo de militares se
adjudicó mediante un golpe el poder, apartando a la otrora y muy cuestionada
consejera de Estado Aung San Suu Kyi. El dilema es que la violencia no pinta
que vaya amainar, y menos al sospechar que la policía estaría disparando
munición real contra los manifestantes.
Así habría sido en el
caso de estos dos últimos fallecidos en Mandalay, la segunda ciudad más
numerosa del país, de acuerdo a un equipo de trabajadores de la salud. Mandalay
no ha sido la única urbe en protestar este sábado. Otras multitudes –con
trabajadores del transporte, artistas y minorías étnicas– llenaron otras calles
y pueblos de Myitkyina, Bagan y Pathein. Sin embargo, es en Mandalay donde ha
tenido lugar la jornada más sangrienta en lo que va de febrero con la junta
militar al mando.
Hasta el momento,
solo Singapur, la mayor fuente de inversión extranjera en Myanmar, se ha
mostrado más contundente, señalando los informes de las víctimas civiles y el
uso de la fuerza letal como "inexcusable". "Instamos
encarecidamente a las fuerzas a que ejerzan la máxima moderación para evitar
más heridos y la pérdida de vidas, y tomen medidas para reducir la situación y
restablecer la calma", expresa el Ministerio de Relaciones Exteriores de
Singapur.
Por su parte,
naciones como China o Rusia, aliadas del Ejército birmano en la ONU, consideran
que la crisis es meramente un "asunto interno". Los generales de
Myanmar tienen precisamente buena relación con ambos países. En medio, Aung San
Suu Kyi, de 75 años, cuyo paradero de arresto se desconoce, comparecerá ante
los tribunales el próximo 1 de marzo para hacer frente a la denuncia de
violación de la Ley de Gestión de Desastres Naturales, además de importar de
forma ilegal seis 'walkie-talkie'.
Con AFP
Foto El Periódico
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